Criar niños y niñas representa, desde tiempos inmemorables, un desafío ineludible para madres, padres y cuidadores. No solo por los peligros latentes sino por la propia impronta de la infancia: de encontrarse aprendiendo constantemente habilidades personales y sociales para, eventualmente, desarrollarse en sociedad.
La responsabilidad es gigante y mayormente tenemos identificados “los retos” a los cuáles hacerle frente. Al menos, sabemos por dónde empezar a mirar, si creemos que estamos fallando. Pero la Crianza Respetuosa en la Era Digital abre un nuevo abanico de cuestiones a atender.
A modo de reflexión introductoria, me gustaría proponer algunas preguntas:
- ¿Cuántas veces te planteaste llevar a hija/a menor, no importa la edad que tenga, a un cabaré?
- ¿Cuántas veces se te ocurrió dejar que esa misma/o hija/o se hiciera de tu auto y saliera a dar un paseo manejando sola/o?
- ¿Cómo creés que reaccionarías si se te acerca un sujeto en la plaza y te pidiera alguna fotografía de tu hija/o desnuda/o (o ni siquiera)?
- ¿Qué acciones tomarías si te enterás que tu hija/o y algunos amigos, golpearon a otro niño?
- ¿Harías la denuncia policial si un sujeto, ofreciendo algún juguete de moda, quisiera tentar a tu hija/o para que se suba a su vehículo?
Y algunas más personales:
- ¿Cómo te sentirías al enterarte que tu mejor amigo le contó a otra persona una confesión que le hiciste?
- ¿Qué sentimientos tendrías si te encontraras en un país extraño, sin conocer el idioma y las costumbres?
- ¿Cómo te haría sentir escuchar comentarios sobre tu persona que nada tienen que ver con vos o que no pediste?
- ¿Cuántas veces eliminaste un posteo, comentario o foto que habías subido a tus redes sociales o a la web?
- ¿Le das las llaves de tu casa a cualquiera?
Seguramente, para la mayoría de nosotros, las respuestas a estas preguntas lucen obvias. Nos es bastante sencillo imaginarnos personalmente en cualquiera de esas situaciones, en el “plano real” y atinar a responder cómo podríamos reaccionar. Es más, probablemente todos nosotros nos encontremos contestando lo mismo; o algo muy parecido.
Sin embargo, cuando esas mismas preguntas contienen en su enunciado situaciones que se dan en el “mundo virtual”, ya las respuestas no lucirán tan obvias ni nos encontraremos contestando todos lo mismo. Quizá, incluso, nos cueste encontrar el paralelismo entre unas y otras. Y este es, a mi entender, el principal desafío que nos propone atender la crianza respetuosa en la era digital.
En algún punto, pensamos en las nuevas tecnologías desde una dualidad: “lo digital” vs. “lo real”, dónde indefectiblemente un aspecto tiene más peso que el otro, uno tiene (aparentemente) consecuencias digitales y el otro, reales; y, siguiendo esa lógica, definitivamente uno merece más atención que el otro.
Nathan Jurgenson, quién impulsó el concepto de “dualismo digital”, sostiene la trampa implícita y lo improductivo que resulta pensar de este modo la tecnología; afirmando que debemos desechar las categorías binarias y examinar el entretejido entre lo digital y lo físico (en lugar de “lo real”).
Tan es así, que aunque -con esfuerzo mediante- todavía nos resulta posible distinguir en ese entretejido, entre lo digital y lo físico, con la irrupción del “Metaverso” pareciera que las fronteras entre uno y lo otro, tenderán cada vez más aún a difuminarse.
Y, en definitiva, ese debería ser nuestro punto de partida para superar el desafío y pensar la crianza respetuosa en la era digital: asumir que lo digital resulta igual de real que el mundo físico tal y cómo lo conocíamos; y que las consecuencias del uso y manejo de lo digital, serán tanto a nivel físico como virtual. E incluso esas consecuencias virtuales, en algunos casos imposibles de medir, podrán determinar a futuro la vida de nuestros hijos.